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Laia Gimenez Jori

Autoexigencia-buena o mala

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La autoexigencia

 

Socialmente la autoexigencia está bien vista. Se asocia a una persona que busca ser mejor, superarse, sacar una mejor versión de si. En las empresas les gusta escuchar que el entrevistado es una persona exigente y perfeccionista. Y esto tiene dos caras, como las monedas. Es la trampa del ego, que hace entonces que una persona intensifique todavía más esa exigencia, sin darse cuenta de que se está perdiendo a sí mismo/a por el camino. El sabor de todo se vuelve más insípido, el paisaje nunca es suficientemente sublime, y las conversaciones se sienten vacías. No te equivoques. El vacío viene del interior. No del exterior. De esa necesidad tremenda, de tener el control absoluto sobre uno mismo, de relacionarse consigo como si de un robot se tratase, siempre más, nunca suficiente, tantas veces mal hecho (lee mi artículo Eres suficiente aquí). Y uno acaba arrastrando un peso en las espaldas que no sabe ni que tiene. Esta autoexigencia desmedida puede ser intrínseca, de uno hacia uno mismo, o hacia los demás y las expectativas que uno tiene de ellos. Me he dado cuenta que en la mayoría por no decir siempre, es en las dos direcciones. Si bien es cierto que muchas veces la forma como uno se relaciona consigo mismo es más intensa.

La exigencia depende del camino que uno elija para lograrla. La anterior es mala. La buena, más que exigirse sería automotivarse, estimularse, animarse. Esa sería la forma sana de la autosuperación.

exigencia
Eres excesivamente exigente cuando:
  1. Te cuesta encontrar las cosas bien hechas.
  2. Siempre hay cosas para mejorar
  3. Te riñes a ti por cómo has hecho algo
  4. Te sientes insatisfecho/a con tus logros (en algunos casos ni tan solo los reconoces)
  5. Tienes una mirada crítica hacia todo y todos
  6. Tienes una mirada critica hacia ti mismo/a
  7. Utilizas muchos “hay que” “tengo que” “debería” en tu vocabulario.
  8. Sientes un vacío en tu interior y no sabes definir por qué

 

Piénsalo bien, ¿por qué deberías ser de otra manera a la que eres? ¿por qué todavía no estás satisfecho/a después de tantos años con tu propia expresión?

Los debería te encasillan y bloquean, curiosamente sin permitirte que saques tu mejor versión. Ya no digamos en la necesidad imparable del perfeccionismo. Esto suma a otro nivel.

Vamos a ver qué puedes hacer para flexibilizar tu autoexigencia.

Flexibiliza tu autoexigencia:
  1. Permítete ser como eres. Aceptando todas tus facetas. Tus sombras, tus imperfecciones, tus vulnerabilidades. Forman parte de tu grande, ya que cuanto más grande es la luz más grande es la sombra.
  2. Cambia el foco desde el resistirte al permitir. La simple palabra te ayudará. Aunque implica mucho más que esto.
  3. Asiste a un terapeuta, coach, mentor, que te ayude a dejar de exigirte para empezar a valorarte y motivarte desde el bienestar.
  4. Compénsate o prémiate cuando logres lo que te propones, pero no te castigues ni te fustigues cuando no.
  5. Busca las razones centrales de por qué necesitas exigirte tanto. Te darás cuenta que detrás de todo ello, está la necesidad de valoración, ajena o propia, como si no pudieras aceptarte si no lo haces. La aceptación es la puerta para tu nirvana personal y la paz mental.
  6. Deja de tener expectativas y vive la vida tal como es (lee mi artícula deja de tener expectativas aquí)

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