Heridas emocionales para sanar
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HERIDAS EMOCIONALES PARA SANAR
Cuando éramos niños percibimos el mundo de una forma distinta, para muchos la niñez estuvo llena de diversión, cariño y juegos, para otros no tanto. Sin embargo, al haber tenido una infancia memorable, en algún momento nos vimos sometidos a eventos o situaciones que fracturaron nuestra autoestima infantil, algunas de esas vivencias generaron traumas que hoy se convierten en heridas emocionales que todos debemos sanar.
Las heridas emocionales no se ven, no se miran a simple vista, se esconden en lo más profundo de nuestras almas y psique. Ellas salen a relucir en diferentes momentos. Algunas veces sin mucha explicación se reflejan en nuestras relaciones interpersonales, en la incapacidad de regular las emociones y en un sinfín de escenarios.
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Cuando prestamos atención a esas reacciones y profundizamos en nuestras emociones nos damos cuenta que existe algo que nos tambalea por dentro y que debemos averiguarlo, una manera de lograrlo es a través del espacio terapéutico. En demasiadas ocasiones las heridas vienen camufladas bajo períodos intensos de ansiedad y pánico. En esta oportunidad quiero compartir contigo algunas heridas emocionales más comunes de la infancia y cómo repercuten en el presente:
5 heridas emocionales que todos debemos sanar
Herida del rechazo:
esta herida se produce por el rechazo por parte de los cuidadores principales. Se generó en escenarios en los que de pequeños no tenemos la aprobación por esas figuras tan importantes, lo que conlleva a la negación de nuestra propia esencia y del interior.
Lamentablemente la persona que aún tiene esta herida abierta es vulnerable a las críticas y tampoco se siente merecedora de cariño, respeto y afecto. Es probable que también sean alguien huidizo, que se infravalora y tiende a ser perfeccionista a toda costa.
Una manera de sanar es trabajar en un autoconcepto más realista y menos destructivo hacia nosotros mismos, conocernos y reconocer que somos merecedores de amor.
Herida del abandono:
la soledad suele ser un factor altamente negativo para quien no haya curado esta herida. Estas personas sienten un profundo temor a perder a sus parejas o allegados. Suelen tener pensamientos obsesivos y hasta conductas inapropiadas con tal de mantener a quien “necesita” a su lado.
Esta fractura se crea cuando el niño siente que sus padres no le brindan suficiente atención o algunos de ellos simplemente no está o se marchó repentinamente, por lo tanto ese desamparo lleva a muchos adultos a involucrarse en relaciones interpersonales disfuncionales y crear un profundo apego hacia otros.
En cuanto al miedo al abandono, es menester trabajar en la independencia emocional y autonomía. Tener presente que nosotros somos los únicos responsables de lo que acontece en nuestra vida o al menos de cómo reaccionamos ante sus circunstancias, conocernos en espacios íntimos (evitando el aislamiento) y atender nuestras necesidades.
La herida de la Humillación:
esta herida se produjo cuando en nuestra infancia recibimos críticas destructivas por parte del entorno. Generalmente ocurre si escuchamos frases como: eres torpe, tonto, demasiado molesto o un pesado.
Este tipo de herida repercute en nuestra adultez cuando somos personas dependientes de las opiniones de los demás, aunque haya actitudes como la tiranía y soberbia que son un mecanismo de defensa para protegerse de las críticas.
Sé que esta es una herida bastante difícil de sanar, sin embargo, puedes esforzarte en valorar tus características positivas y tenerlas presente a pesar de tus fallas. Tener en cuenta que como humanos no somos perfectos y que generalmente las burlas dicen más de quien la emite que de quien las recibe.
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La herida de la traición:
esta se genera porque de niños nuestros padres incumplieron alguna promesa, mintieron o engañaron no solo a nosotros mismos, sino a otras personas importantes del entorno.
Esta experiencia se transforma en algo más profundo como rabia, frustración y envidia. En vuestras relaciones interpersonales se reflejan el control y la desconfianza por miedo a vivir la misma vivencia que cuando éramos chicos. Sentimos temor a confiar y delegar responsabilidades a otros que puede ser perjudicial al momento de crear interacciones sanas.
Para sanar es recomendable practicar la autoconfianza y desarrollar la convicción de que podremos soportar las circunstancias por muy complejas que sean. Pero así como confiamos en nuestras capacidades es conveniente apreciar las de quienes nos rodean.
La herida de la injusticia:
se produce cuando los padres exigen más de la cuenta y al mismo tiempo tienen un comportamiento autoritario e imperativo con los chicos.
Las personas con esta herida suelen ser bastante rígidos y fríos, debido a que de pequeños no tuvieron apoyo ni aprendieron sobre la validación emocional. Igualmente fueron esos niños que eran obligados a ser “los mejores” en la escuela y ver la vida desde los extremos sin puntos medios. En los adultos se manifiesta a través de la dificultad para tomar decisiones a causa de la rigidez mental, necesidad de control y el perfeccionismo.
Suele ser una herida complicada de curar porque en muchas ocasiones se nos enseñó a elegir entre lo bueno y lo malo, entre lo agradable y desagradable, por eso es necesario comenzar a observar la vida con sus matices sin juicios absolutistas y soltar el control.
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¿Cómo puedes sanar las heridas emocionales de la infancia?
Quiero aclararte que no eres culpable de los tratos que recibiste en la infancia, lamentablemente las generaciones pasan y aún se siguen heredando patrones disfuncionales de conducta que debieron ser corregidos con amor, tolerancia y respeto. Sin embargo, hoy tu eres el responsable de tu vida y puedes decidir cambiar tus paradigmas.
Hacer contacto con las heridas emocionales no es algo sencillo ni agradable, puede llegar a ser doloroso, sin embargo es necesario reconocerlas para sanarlas y comenzar de nuevo.
Te aseguro que hacer las paces con ese niño interno herido la vida puede volver a ser mágica en ciertas oportunidades, nos divertimos con algo tan simple como contemplar mariposas en el jardín y sentimos una felicidad genuina indescriptible.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Gabriela
Excelente articulo. Me ha gustado un montón,, además que me hizo sentir muy identificada en algunos puntos que de verdad debo sanar.