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Laia Gimenez Jori

El dolor

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El dolor

A veces hay que aprender a transitar el dolor. Vale, es verdad que hay ciertos tipos de dolor que nos los podemos ahorrar. Cuando algo duele, y entonces con nuestro foco y atención lo acentuamos, estamos generando sufrimiento. Entonces no es solamente dolor. El sufrimiento es el regalo que nosotros le damos a ese dolor. Se trata de cómo nuestra perspectiva hace un amarre a lo que está sucediendo: tal vez no dejándolo ir, o puede ser que nos estemos resistiendo. La resistencia genera sufrimiento.

Sin embargo hay otras veces que el dolor es inevitable. Está condicionado por nuestra forma de ver la vida, por nuestra cultura y por nuestras creencias, pero se ha vuelto inevitable. Es doloroso cuando perdemos a un ser querido. También es doloroso cuando se acaba una relación sea de amor o de amistad, inclusive para la persona que decide conscientemente dejarla en varias ocasiones también es doloroso ver el sufrimiento de la otra persona. El dolor también aparece cuando cierras un negocio, o incluso cambias de trabajo. Puede que no sea un dolor insoportable, pero la pena por lo que se deja atrás, por lo que representa, también causa dolor.

Transitar el dolor

el dolorEs en esos momentos que el dolor debe transitarse. En consulta las personas llegan queriéndose liberar del dolor lo más rápido posible. Bien es cierto que en la mayoría de casos tienen sufrimiento agregado; no se trata de tapar el sentimiento con positivismo barato, ni con buena vibra sin sustancia. Ojo! Soy muy partidaria de estos dos términos! Pero se vuelve determinante saber cuándo y cómo aplicarlos. Primero es bueno desgranar y saber de dónde viene ese dolor, ese sentimiento que te hace mantener en una vibra baja. No podemos solamente taparlo, hacer actividades para distraernos, bailar, cantar, pintar, salir con los amigos, hacer actividades deportivas, meditar… ¡todo esto está muy bien! Pero si primero sabes cuál es ese sentimiento que tienes en lo más profundo. Entonces se vuelven herramientas complementarias.

¿Sientes pena porque te estás dando cuenta que finaliza una relación de amistad que llevabas años sosteniendo? Es normal… solo pregúntate que te hace tomar esa decisión. Tal vez estáis tomando caminos separados, o puede ser que la relación ya no te nutra como antes, te des cuenta que no es tan sana como creías o mil cosas más. Está bien entonces, dejar ir esa relación. Ya no te aporta. Ya no te suma. Ya no te enriquece. Pregúntate qué necesitas ahora. No te sientas culpable. Está bien. No todas las relaciones duran toda la vida. Algunas desaparecen al cabo de unos años, otras cambian y puede que se vuelvan menos íntimas y más cordiales, y también estará bien.

Sin embargo, el sentimiento de pena o el que sea según el caso, es importante transitarlo, sin taparlo ni apagarlo, sin negarlo. Todas las emociones tienen su propia función y es bueno conocerla. Lee aquí mi artículo El poder de las emociones

Cosas que puedes hacer para caminar ese dolor:

  1. Túmbate en la cama y toma consciencia del sentimiento en la zona de tu cuerpo que se exprese. Deja que se amplifique. Siéntelo. Respira. Al cabo de poco verás cómo empieza a disminuir.
  2. Cuando te sientas mal, recurre a algún espacio físico natural. Puede ser un parque si estás en la ciudad, el mar, o la montaña si estás de suerte y la tienes cerca.
  3. Hacer Yoga resulta muy útil en esos momentos, porque mueves el cuerpo abriendo los chacras o centros energéticos y facilitando una mejor circulación de tus nadhis. Esto ayuda a mobilizar la energía que está estancada, y el estancamiento son emociones.
  4. Puedes tomarte una infusión, de algo que te ayude a calmarte, por ejemplo, a darte serenidad interna, como por ejemplo la infusión de rosa. O mejor, puedes cogerte un termo y llenarlo de agua caliente, y tomar uno o dos sorbos cada media hora. Esto ayuda a tus órganos internos, y curiosamente da una sensación de confort emocional. Procura que el agua esté muy caliente.
  5. Hablarlo con otras personas también puede ser útil. Pero ocúpate que las personas con las que compartas no pongan sus prejuicios en sus opiniones. Obvio toda persona tiende a tener una mirada subjetiva de la situación, pero no toda persona la expresa con vehemencia. Elige bien a esas personas para que sumen y te ayuden desde el amor. Que sea desde el amor, no siempre es decir todo lo que a uno le pasa por la cabeza por “el bien de la otra persona”. Es simple: para decirlo desde el amor, la otra persona lo tiene que recibir desde el amor.

 

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Comments

  • Mª Nieves Pardo Diez

    octubre 13, 2020
    reply

    Muchas gracias, me ha gustado mucho

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