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Laia Gimenez Jori

Hacer caso a la mente o al corazón

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Hacer caso a la mente o al corazón

A veces la mente es como un motor que no para, como un abejorro que no deja de sonar, repitiendo y consolidando dentro de ti ciertos pensamientos, ideas, argumentos o razones respecto a algo. Tu mente intenta dialogar contigo, o intenta convencerte según lo que considera correcto, adecuado, fructífero o vital para ti.

Las emociones y el corazón

Luego está el corazón, que te expresa su información a través del sentimiento, a veces puede ser equivalente y en sincronía con la mente, otras es información totalmente opuesta: como querer una relación con alguien pero la mente te dice que es inadecuada, o vicebersa, sentir que quieres dejar un trabajo pero la mente te dice que no lo hagas, etc.

Este conflicto interior puede ser muy desgastante. Nunca nos han enseñado a cual de las dos hacer caso. Y créeme, la mente tiene mucho mucho poder. Hemos estado educados en una sociedad donde era y es, desgraciadamente, más importante aprenderte la tabla de multiplicar que entender tus sentimientos. Así que es normal que cuando nos llega una situación, no sepamos realmente cómo abordarla. Le damos tanta credibilidad a la mente, que casi siempre gana… y como yo siempre digo, “no hagas caso a todo lo que piensas”!

Por otro lado, también hay personas que solamente se dejan llevar por lo que sienten. Ahora siento que me quiero hacer esto, lo hago, ahora siento amor, odio, alegría, tristeza, le hago caso! Son personas muy emocionales que hacen caso a sus emociones como si estas fueran permanentes. Esto puede confundir, porque si bien el sentimiento es algo más sutil y que permanece más en el tiempo, las emociones suelen ser más cortas en el tiempo y más intensas. Si uno hace caso a las emociones, entonces en cierta manera está subido a una montaña rusa. Es importante, para estas personas, discernir, poder ir un poco más allá de esas emociones, saberse más estable, podríamos decir. Porque además, cuando uno se deja llevar por las emociones en todo momento, está a la deriva, en función de cómo sople el viento. Las emociones pueden ser engañosas, la ansiedad por ejemplo es una emoción, que aparece, se intensifica, y luego disminuye hasta desaparecer; entonces si uno decide algo bajo el influjo de la ansiedad, no siempre será la mejor decisión para uno.Por eso muchas veces se dice aquello de “consúltalo con la almohada”, porque el descanso, permite asentar las emociones y al día siguiente suelen verse las cosas con mayor perspectiva.

Esta guerra entre dos mundos de tu cuerpo, necesita algunas pautas para resolverse.

Hacer caso a la mente o al corazón pautas

  1. Acerca la brecha entre mente y corazón. Aproxima realidades, argumentos que tal vez también ayuden a cambiar las emociones. (ejemplo: ahora me siento muy dolid@, porque esto que ha pasado resuena con una herida mía, pero tal vez la situación sea también entendible desde otros puntos de vista)
  2. No tomes decisiones bajo el influjo de emociones en alta intensidad.
  3. Escucha lo que te dice tu cuerpo, más allá de tus emociones. Esto implica una mayor conexión con tu cuerpo, una mayor consciencia de ti mismo, pero es muy revelador. A veces te das cuenta que te sientes airado, o enfadado o ansioso, pero que realmente por debajo, “tampoco te importa tanto”, o hay algo dentro de ti que te mantiene tranquil@ y relajad@. Hazle caso. Tu cuerpo es muy sabio, tu consciencia o alma, tiene información que tu no eres capaz de asimilar porque solo te basas en lo que puedes ver, escuchar, tocar. Pero tu cuerpo recibe información en forma de frecuencias de luz, la mayoría de ellas invisibles al ojo humano, pero científicamente comprobadas como información que va a tu cuerpo y a tu cerebro.
  4. Medita, aplacar la mente ayuda a cambiar también la emoción, a serenarte y por tanto, a poder escucharte a ti realmente.
  5. Haz alguna actividad para centrarte en el aquí y ahora que te permita A) Dejar de pensar B) Bajar el ritmo de la emoción.
  6. No le pongas tanto peso a esa decisión. No se acaba el mundo sea lo que sea que decidas. Imagínate que vives la vida como si fuera una obra de teatro, entonces, nada es real, nada es tan intenso, nada es tan terrorífico o temible. Solo es un “juego”. El juego de la vida que has decidido experimentar.
  7. Sea cual sea la decisión, estará bien. Esto puede parecerte raro, pero realmente es así. Porque quiere decir que de alguna manera, necesitabas experimentar esa situación. Aunque a corto plazo por ejemplo, elegir estar con alguien te ha podido parecer la peor decisión del mundo, tal vez gracias a ello, has recuperado una parte de ti al aprender a priorizarte. Puede que permanecieras en ese trabajo por miedo a volar, y ahora te arrepientes, pero tenías que experimentar eso para darte cuenta que el conformismo y la resignación te han desempoderado, y ahora estás preparad@ para evolucionar.
  8. Respira. El poder de la respiración es una gran autopista de comunicación entre tu mente y tu corazón. Lee aquí el artículo entero 

Así que realmente, da igual la decisión que tomes. Aun así, nuestro cuerpo nos facilita señales para facilitarnos la toma de decisión. Saber comunicarnos con él, saber qué nos está diciendo, es algo tan gratificante como respirar después de aguantar la respiración durante unos segundos.

Mantener el equilibrio entre mente y corazón no es una tarea sencilla. Puede suponer algunas batallas, pero cada vez será más fuerte esa conexión hasta el punto que trabajarán en harmonía. El corazón realmente tiene mucha información para nosotros, esto daría para un artículo o libro entero, de hecho ya los hay.

Solo animarte a aumentar tu capacidad de análisis si eres muy emocional, y a bajar y sentir más el cuerpo si eres muy mental. y si quieres aprender a hacer esto junt@s, clicka aquí para pedir cita conmigo.

 

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