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Laia Gimenez Jori

Ley del Karma o del Justo Retorno

Seguro que has escuchado hablar del karma; resulta que la ley del karma o del justo retorno explica no sólo que todo lo que das vuelve, sino que todo es la misma energía. Piénsalo. Toda causa tiene su efecto, todo pensamiento, acción o comportamiento que tengas con los demás, te será devuelto de una u otra manera a ti y en tu vida. Igual no de la manera exacta cómo lo enviaste, pero sí generando emociones parecidas. Por ejemplo:
Si sientes odio o rabia o envidia hacia otra persona y le deseas que lo pase mal, aunque esté muy argumentado, aunque esa persona te haya herido con anterioridad, más tarde o más temprano, vas a recibir algo en tu vida, que hará pasarlo mal.
De la misma manera, cuando deseas que otra persona sea feliz, o esté en paz, o en prosperidad, tarde o temprano, tu mism@ vas a experimentar situaciones dónde te sentirás igual. El hinduismo dice: “No puedes cosechar lo que no has sembrado. Crecerá el árbol que plantaste”.
Habitamos un universo en el que todo es energía: el más modesto gesto necesita un gasto de energía y el pensamiento mismo es energía. En el nivel del espíritu, los pensamientos son como boomerangs. Conviene prestar atención a los pensamientos que enviamos al universo, ya que más pronto o más tarde, volverán a nosotros, aumentados con una energía positiva o negativa.
Pierre Pradervand lo explica así en su libro El arte de bendecir:
La enseñanza de un sabio africano, Tierno Bokar, recogida por el filósofo Mali Amadú Hampaté Ba, lo ilustra de forma significativa:
Un sabio decía a un grupo de alumnos que la buena acción más provechosa consistía en orar por sus enemigos, y que maldiciéndolos (como hace el común de los mortales)se hacía uno mucho más daño a sí mismo que bendiciéndolos. Uno de los alumnos confesó que no lo entendía, ya que una maldición bien dirigida podía destruir a un enemigo.
Entonces Tierno utilizó la parábola de los pájaros blancos y negros. Imaginaos -dijo a sus alumnos- dos paredes frente a frente, cada una con una multitud de pequeños agujeros donde anidan pájaros negros y blancos. Los primeros son nuestros malos pensamientos o palabras; los segundos, nuestros buenos pensamientos o palabras. Los pajaros, como los agujeros, tienen formas ligeramente distintas: los negros no pueden entrar más que en los agujeros negros, y los blancos solo pueden anidar en los agujeros blancos.
Luego Tierno se imagina a dos hombres que se consideran enemigos, Alí y Yusuf. Un día, persuadido de que Alí fomenta males contra él, Yusuf le lanza un mal pensamiento. Con su acción, suelta un pájaro negro, que deja libre, por lo mismo, un agujero del mismo color. El pensamiento-pájaro negro de Yusuf vuelta hacia la pared de Alí, buscando un nicho negro sin ocupar adaptado a su forma. Imaginemos ahora que Alí NO le replica enviándole un mal pensamiento (pájaro negro). Por tanto, no quedará libre ningún nicho negro. Al no encontrar nicho donde anidar, el pájaro negro de Yusuf volverá a su agujero de origen, volviendo con el mal del que estaba cargado. Al no lograr hacer daño a Alí, se lo hará al propio Yusuf, porque el mal nunca se mantiene inactivo, ni siquiera para con quien lo da a luz (y menos inactivo con él que con nadie).
Si, por el contrario, Alí entra en el juego de su presunto adversario (ya que todo esto se desarrolla en el nivel subjetivo, en la imaginación de los dos hombres) y suelta también él un mal pensamiento contra Yusuf, deja libre automáticamente un agujero negro en el que el pájaro negro de Yusuf podrá alojarse y depositar allí una parte de la carga del mal del que es portador. Al mismo tiempo, el pensamiento agresivo de Alí habrá volado hacia la pared de Yusuf y habrá depositado su carga de odio en el agujero que dejó libre el pájaro negro de Yusuf. De esta manera, los dos pájaros negros habrán alcanzado su objetivo y habrán contribuido a destruir a las personas a que iban destinados.
Lo mismo ocurre, desde luego con los pájaros blancos.
Si, sean cuales sean las circunstancias, solo enviamos buenos pensamientos, bendiciones, incluso cuando nuestro enemigo nos envie justo lo contrario, sus pájaros negros no encontrarán donde alojarse y nuestros pájaros blancos volverán a nosotros, reforzados y estimulados por el ejercicio que habrán hecho volando por los cielos a menudo agitados del pensamiento humano. Pero los pájaros negros de nuestro adversario volverán a escape al que los envió.

De este modo, Concluye Tierno Bokar, si sólo emitimos buenos pensamientos, ningun mal, ninguna maldición podrán alcanzarnos jamás en nuestro ser. Por eso hay que bendecir siempre a los amigos y a los enemigos. La bendición no sólo va hacia su objetivo para cumplir allí su misión pacificadora, sino que además volverá a nosotros, un día u otro, con todo el bien con que iba cargada”

Puede ser que para lograr eso, haya que pasar por una pasarela delicada de enfado, desconcierto y perdón hacia uno mismo y hacia los demás. Pero sea como sea, vale la pena pensar que si todos respondieramos con buenos pensamientos, la energía del planeta y de la humanidad sería muy distinta, y muy elevada. Pero como no podemos tener el control de los demás, puede ser un buen momento para responsabilizarnos de nosotros mismos, y comprometernos con nuestros propios pensamientos hacia nosotros mismos, y hacia los demás.

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