El poder de las emociones
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El poder de las emociones
Hay una tendencia mundial a reprimir las emociones que sentimos. Parece que no nos damos cuenta del poder de las emociones, sino que rehuimos la información que estas nos pueden dar. Creemos que las emociones son como un huracán que cuando nos invada tal vez no podamos gestionarlo y nos lleve sin tener ningún tipo de control sobre él. Sin embargo, ¿te has parado a pensar que tal vez esto suceda justamente porque las reprimimos? No se trata de vomitar la emoción con la persona que tenemos delante, sino que descubramos su poder, lo que nos quieren decir, y cómo podemos canalizarlas del mejor modo posible.
Emociones básicas
Todo ser humano tiene unas emociones básicas y las experimenta. A mi me ayuda a recordar las siglas del coche SMART para recordarlas.
S- Sorpresa
M- Miedo
A- Alegría
R- Rabia
T- Tristeza
Estas emociones pueden mezclarse con otras y crear la frustración (rabia y tristeza), la impotencia (miedo y tristeza), la angustia ( miedo y enfado) y muchas otras de maneras más sutiles.
¿Entonces, si todos las experimentamos, por qué nos obcecamos en reprimirlas?
Por qué reprimimos las emociones
En muchas familias sin hacerlo de un modo consciente se enseña que hay emociones que son “malas”. O que es mejor no mostrar, o no tener. Generacionalmente, se ha enseñado a los hombres a no mostrar tristeza, puesto que se ha asociado a una emoción que muestra mayor vulnerabilidad. Si vamos a las raíces biológicas e históricas, se puede entender el motivo, y es que la tristeza inhibe el poder de la acción. Cuando alguien está triste, no actúa (véase la depresión). La acción, se relaciona con la energía yang, la energía masculina; en la prehistoria, los hombres eran quienes salían a cazar, no creo que se pudieran permitir estar tristes porque sino, no comían. Era más productivo y mucho más útil para su supervivencia que conectaran con otras emociones, como la rabia. La rabia en cambio, es una emoción que va hacia fuera, uno cuando siente rabia necesita hacer algo, ya sea salir a correr, pegar a la pared o a un cojín, pero necesita sacar la rabia (si conecta bien con ella y se la permite).
También en la evolución y la modernización, me encuentro actualmente a un grupo de mujeres, cada vez mayor, que tampoco se permiten la tristeza, porque lo asocian también con estados de mayor vulnerabilidad, y sienten que no pueden permitirse expresar estas emociones si quieren sentirse fuertes y avanzar hacia un mundo que de alguna manera consideran hostil y amenazador.
Sin embargo, la rabia no es mejor que la tristeza ni la tristeza es mejor que la rabia. Tampoco el miedo es mejor o peor que las anteriores.
El tema es que cuando reprimimos emociones, estamos manteniendo estas emociones dentro del cuerpo, y tarde o temprano saldrán de una u otra manera. Las emociones no desaparecen cuando no las expresamos. Por eso es importante poder liberarlas. Esto lo podemos hacer mediante distintos ejercicios, incluso con la el baile, o terapias corporales como la biodanza o la danza de los 5 ritmos.
La función de las emociones
Todas estas emociones tienen su función. Por tanto, la emoción en sí no es dañina, sino que es una brújula como ya he comentado en otras ocasiones, que nos permite orientar y redirigir lo que estamos viviendo. Siempre y cuando no se cronifique.
La rabia:
decíamos que la rabia nos ayuda a pasar a la acción. Esto sucede porque hay algo en nosotros que se considera injustamente tratado, no valorado, y entonces uno necesita hacer valer su presencia de alguna manera.
La tristeza:
esta nos ayuda a mirar hacia dentro. Nos apaga porque apaga la voz del ego (aunque está tan bajo que distorsiona la realidad). Al apagar la voz del ego nos permite, si podemos hacerlo, hacer una mirada distinta a la realidad que tenemos. Tal vez aceptar una situación que no queríamos aceptar, o puede que hacerse preguntas de lo que uno quiere o no quiere en la vida. Se trata de un espacio en que el cuerpo quiere que lo aproveches para interiorizar. Por eso es una emoción que va hacia dentro.
El miedo:
El miedo tiene muchas facetas de expresión: ansiedad, estrés, angustia, etc. Aquí se trata de una bifurcación en el camino. La persona tiene que elegir entre algunas opciones. Esto también le pone a uno delante de quien es realmente. Puede ser que lleve demasiado tiempo pendiente de lo que debería ser, de lo que tendría que ser, o que el miedo le ponga a uno delante de sus propios apegos, obvio también de sus propios miedos más profundos que muchas veces tienen relación con una falta de autoconfianza o de estar viviendo la vida que uno realmente querría, o desde la perspectiva que a uno le gustaría.
La Alegría:
esta emoción expande la energía en nuestro cuerpo. Cuando nos sentimos alegres queremos compartir con los demás, así que es un buen momento para compartir y multiplicar esa alegría. Todos conocemos a alguna persona que nos transmite esa luz y parece que atrae a las personas como polillas a la luz. Todo el mundo quiere sentirse alegre. ¿Por qué no, cuando estamos bajo el influjo de esta emoción, compartir la alegría con las personas de nuestro alrededor? Por lo tanto, la alegría nos impulsa a ser más generosos y más amorosos.
También hay algunos impulsadores de nuestro estado emocional o de liberación de las emociones. Por ello te remito a este link donde está un artículo mío donde hablo de ello. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]